Hace unos días se presentó por parte
del director de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la
Convivencia y la No Repetición una entrevista nunca antes vista, entre el Jefe
Máximo de las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército
del Pueblo -FARC-EP, Rodrigo Londoño “alias Timochenco” y, Salvatore Mancuso
Gómez, conocido también por los alias del Mono Mancuso, Santander Lozada o
Triple Cero, líder de las extintas Autodefensas Unidas de Colombia-AUC, mal
llamados “Paramilitares”.
Esto pareciera una reconciliación y
un camino a la verdad que merecemos los que vivimos el conflicto armado en
Colombia. Pero, de repente esta audiencia da un giro y pareciera más una
justificación del conflicto armado que un discernimiento de la verdad que pedimos. De ahí surge
la pregunta ¿Por qué los actores armados desean reescribir la historia del
conflicto armado?
Aunque existen múltiples causas que
ocasionaron el conflicto en Colombia entre las que tenemos la miseria y el
desempleo producto de la marcadísima explosión demográfica que vivió el país
para los años 60 y 70, el desplazamiento de campesinos de las zonas de
violencia, la falta de capacidad técnica para ejercer un trabajo determinado y
la carencia de fuentes de trabajo, continúan siendo unas de las principales causas de la
delincuencia en las ciudades y el camino para que el campo fuera azotado con
tal fuerza de violencia, que aun hoy no se ha podido conocer la cifra exacta de
los muertos, heridos, desaparecidos o desterrados de los sitios donde nacieron
y sus familias vivieron por décadas.
Más bien parecería, que quisieran
borrar de la mente de las nuevas generaciones todos los horrores contra la
población colombiana que cometieron. Quieren ser esos grandes hermanos que
borran de la historia hechos que fueron verdad pero que no se puede tener un
sustento documental de que pasó.
Aún más, cuando líderes como el señor
Pastor Alape, afirma “fuimos contundentes en reafirmar nuestra condición de
ciudadanos sujetos de derechos; la solución del fenómeno de las drogas quedó
definido en el punto 4 del acuerdo, nuestro rol no es de SAPOS, ese papel es
ponernos una lápida ante actores armados”.
Es decir, no van a contar nada del
conflicto armado que le aporte a la verdad de lo ocurrido, el pueblo colombiano
está esperando que los actores armados irregulares y regulares expliquen:
a. ¿Qué pasó?
b. ¿Cuántos mataron?
c. ¿Cuántas personas desplazaron?
d. ¿Cuántas personas violaron?
e. ¿Quiénes los apoyaban, económicamente
e ideológicamente?
f. ¿Cómo
traían armamento y explosivos?
g. ¿Cómo estaba conformado el sistema de
las drogas y la explotación de recursos mineros?
h. ¿Dónde están los desaparecidos?
i. ¿Dónde
está la riqueza que lograron acumular?
¡ ¿Cómo filtraban las Universidades y reclutaban jóvenes?
Estos serían algunos cuestionamientos que necesitan
respuesta, no se trata solo de decir que son firmantes de la paz, o que la
culpa la tuvo este o aquél, se trata de que los hechos cometidos, la historia no contada no se vuelva a repetir, y para que
no se vuelvan a dar estos episodios como
país tenemos que entender cómo funciona el sistema criminal en Colombia, que no
ha dejado que tengamos una paz estable y duradera, sino por el contrario, ha
hecho que el país siga en un letargo con altos índices de criminalidad, cómo lo
dijo Gabriel García Márquez, Colombia no ha salido del medio evo que nos tienen
desangrando al país con miles de muertos y desplazados, mientras se roban la
riqueza y la corrupción anda como un paseador por todo el país sin tener un
freno a la vista.
James Nuñez Dueñas
Investigador
aletheiainvestigaciones@gmail.com
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